domingo, enero 16, 2011

De las voces...




En estos días fríos y tortuosos, cuando me cuestiono y muevo lentamente hacia  decisiones difíciles pero... casi impostergables, vinieron a mi mente palabras, frases de un fragmento de Divorcio en Buda. Como algunos saben, la novela de Márai nos lleva por los laberintos interiores de Kristóf Kömives, juez en una Hungría muy próxima a  una guerra que, como telón de fondo, acompaña los recuerdos, reflexiones y sentimientos encontrados que en él suscita el caso que una mañana ha llegado a su escritorio. Joven exitoso y aferrado a sus sólidos y rígidos valores morales; dechado de una decadente burguesía, Kristof encontrará súbitamente su vida y su espíritu inundados de visiones, sentimientos, culpas que se albergaban en lo más profundo, íntimo e inconsciente de su ser.

Comparto el texto que en su momento me cimbró. Al releerlo, me estremece de nuevo por su fuerza, por su asombrosa y emotiva claridad, por todo lo que interpela a mi conciencia:
"(El padre Norberto) Probablemente sabía que el estado de ánimo es involuntario, que se consigue por la gracia divina, que llena el alma de paz, que la ilumina sin que tenga que ser a la fuerza un rayo de luz brillante y crudo… sino simplemente un centellear suave y tenue. ... Las condiciones para la gracia se resumen en la disponibilidad y la humildad. Basta con que no nos defendamos... Quizá se tratase de eso, de no defenderse….Hay algo evidente en el ser humano, tan evidente que parece un grito: basta con no desatender la llamada. Pero no defenderse es casi actuar, llevar a cabo algo para lo que nos sentimos perezosos o cobardes. Quizá eso es lo más difícil: entregarnos a la voluntad del otro, motivados por las leyes internas de nuestro fuero interno...

Kristóf siguió oyendo su voz durante muchos años. Un día la voz se apagó y en su lugar se instaló una especie de sordera, una sordera agradable. Por largo tiempo vivió así, trabajó así; se movía por su casa y por el despacho, juzgaba y sentenciaba, y entre tanto sabía que se estaba defendiendo, que aquella voz, desde algún lugar en medio de la sordera apagada, le ordenaba algo diferente... Vivía en un estado parecido a las primeras luces del alba, a ese momento de somnolencia en que ya podemos oír los sonidos del mundo pero no los distinguimos todavía con claridad; el sueño nos mantiene abrazados entre sus sombras sospechosas, pero tenemos que despertar y asumir las consecuencias de la vigilia."

 PD: Las fotos son de Budapest y del camino por tren de Praga a Budapest, y son mías@.

5 comentarios:

El inmenso mar de la melancolia dijo...

Gracias, mi gran amiga, al igual que Flor de Marìa estamos en la frecuencia de la fraternidad, por siempre, por siempre que aflore la nobleza del ser humano. ¡No màs agresiòn, no màs odio! Me consuela la partitura de Beethoven, en el himno a la alegria. La interpretaciòn del argentino Waldo de los Rìos.
Un deseo siempre amiga: Amaos los unos a los otros. ¡Si se puedeeeee!

ISABEL TEJERA CARRETERO dijo...

¿has cambiado este entorno, o me flaquea la memoria más de la cuenta?De todas maneras me gusta.
He dado de comer a las tortugas varias veces. Te he leído , aunque esa lectura de la que hablas no la conozco y esa foto.... yo también visité Budapest , buscando la esencia de una antepasada.
Y ya delante de una semana que empieza te deseo que seas feliz.
Un abrazo desde el jardín, que es más bello que los recuerdos de recomponer

Carlos Sotomayor dijo...

Sarita que elocuente trozo del gran Marai, es fuerte y si creo que tiene relacion con la sabiduria y el contenido de vivir! Decisiones chola?

Anónimo dijo...

Chand que Sarita te llaman, las fotos son melancólicas como a veces los poemas. Hoy Marai nos ha distraido como evocacion de lo reflexionado y lo perdido, espero que no sea tu caso.

Te sigo.

Anónimo dijo...
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