¿Son quizá el corazón de piedra y la mente obnubilada, los que nunca permiten mirar y saber de lo que existe, de lo que está ahí, frente a los ojos?
Lo que nunca se supo
Fueron
Sus yemas
guinda
enardecida
penetrando
suavemente
entre
las aguas;
brotaron
la
rosada venera
tibia
y frágil,
los
tiernos pétalos
salados.
Fue
la amante
Luna
verso
contenido
en
Su deseo,
roca
y espíritu
de
fuego,
sabana
allanada
por
Su estruendo.
Fue
la Mar sin horas
espejo
contando
Sus latidos,
luz
desvanecida
en
el centro
de
Su cuerpo,
lúbrica
Sirena
embarcando
en
Su navío…
Sara Elena©
La foto es de San Salvador, y es mía©
1 comentario:
Fantástico!
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